Justo un año después retornamos al arroyo estacional que accede al Embalse de Pedrezuela por el sur. El ambiente nocturno es magnífico, templado y sin el viento que ha despejado las nubes de la tarde. Sin embargo apenas se escuchan los cantos de los anfibios en la aproximación: la razón es su escaso número, apenas 8 machos de Bufo calamita dispersos en los varios centenares de metros que agrupa el recorrido. Y éstos, huidizos y desconfiados, retroceden y se escabullen bajo el agua apenas asoman nuestros frontales.
Espectaculares las fotos, enhorabuena y muchas gracias por vuestro esfuerzo.
ResponderEliminarEl profe Ángel.
¡Gracias por ese mensaje tan especial!
EliminarSaludos, la pareja de biólogos.